Un abrigo de cemento ahoga las tazas de algunos árboles. En ciudades muy importantes de la provincia (capital, Aguilares y Yerba Buena) el hormigón avanza. Y, al parecer, no les tiene piedad ni siquiera a los canteros.
En los últimos meses, en estas ciudades se produjeron hechos preocupantes: las tazas de algunos árboles han sido cubiertas con cemento. En algunos casos la situación se revirtió por influencia de los vecinos que denunciaron y sacaron fotos. Eso ocurrió, por ejemplo, con el playón deportivo que se inauguró en Yerba Buena, en el tramo que va desde la rotonda de El Corte hasta la de Horco Molle: los ejemplares habían quedado presos por el cemento. Pero una movida de vecinos y de políticos logró el cambio.
En Aguilares sucedió lo mismo. Un lector subió a la web de LA GACETA la imagen de dos canteros cubiertos con cemento en una de las plazas principales. Pocos días después, personal de la Municipalidad liberó las tazas.
En la capital
Lo mismo sucedió con un árbol ubicado en Maipú entre Marcos Paz y Santa Fe, en pleno barrio Norte de la capital. Un lector envió una fotografía que se publicó en la edición on line del diario. Ese cantero fue arreglado y el árbol respira otra vez.
Pero bastan un par de vueltas por la ciudad para encontrar este mismo problema en otros sitios. En Las Piedras al 1.000, por ejemplo, las raíces de un árbol han levantado la vereda y quizás por eso algún vecino decidió combatirlo con cemento.
En Santa Fe al 700, justo frente a una obra en construcción, se le hizo un contrapiso a la vereda. Conclusión: el tronco quedó en jaque.
En Mendoza al 200, en la puerta de un Instituto perteneciente a la Sociedad de Empleados y Obreros del Comercio (SEOC) las raíces de un árbol se desparraman por encima del cordón de la vereda y llegan hasta la calle. Del otro lado, el cemento cubre todo el perímetro que le permitiría al árbol respirar y vivir mejor.
Cultura del maltrato
“El árbol es un ser vivo que respira a través de las raíces y se alimenta con el agua. No sé cuánto tiempo podría vivir, pero al no tener las condiciones necesarias puede enfermarse”, explicó Ana Levy, directora del Jardín Botánico de la Fundación Miguel Lillo.
Lo lamentable, dijo, es cuando esa conducta ya no alarma y se la toma como natural. “Es como ver que se maltrata a un animal. ¿Va a poder seguir viviendo? Sí, pero ¿cómo?”, se preguntó la botánica.
Hay una ordenanza, señaló Jorge Boggiato, director de Espacios Verdes, que expresa que el frentista es el responsable de construir su vereda y mantenerla. “Nosotros no tenemos la facultad de intimar al frentista. En todo caso, es la Dirección de Catastro la que debería hacerlo. Es inexplicable que alguien haga una cosa así”, se despegó el funcionario.
Levy vive en Yerba Buena y asegura que esa ciudad se ha convertido en un “cachivache”. Sugiere varios ejemplos: a la altura del Cristo, el cantero que se encuentra en la vereda de un comercio se transformó en basurero, y el contrapiso que hicieron frente a un local de comidas a la misma altura dejó sin verde una gran porción de la vereda.